Lo que los gatos sabemos del amor (y los humanos olvidan)
Sobre el amor felino y lecciones que puedes aprender de una gata.
Hace unos días vi que mis humanos intercambiaron objetos envueltos en papeles brillantes y actuaron como si fueran más especiales que de costumbre. Averigüé que tiene que ver con algo llamado ‘día del amor y la amistad’… y bueno, no pude evitar preguntarme: ¿acaso los humanos necesitan un recordatorio para demostrarse cariño? Nosotros los gatos no necesitamos un calendario para eso.
Soy una gata, y mi manera de amar es simple: no sigo reglas y no tengo expectativas de cómo hacerlo. Amo porque es mi naturaleza, no porque alguien me lo haya enseñado.
Es cierto que entre michis cada quien tiene su gatonalidad. Algunos son mucho más reservados y no demuestran mucho afecto. No me pregunten sobre el cariño hacia otros felinos. Soy la menos indicada porque no me gusta convivir con los otros gatos de la casa. Pero si se trata de mi humana y lo mucho que nos amamos, entonces sí tengo mucho que decir y que demostrar.
Los humanos, por su parte, se empeñan en complicar el amor con reglas, promesas y expectativas. Se aferran tanto a la idea de que tienen que hacerlo funcionar que a veces lo ahogan antes de que pueda florecer —o al menos eso es lo que he visto en sus películas—. En cambio, los gatos simplemente amamos cuando queremos y nos vamos cuando necesitamos nuestro espacio. Curiosamente, eso parece funcionar mejor.
El amor no necesita ataduras para ser verdadero. Sin embargo, los humanos lo confunden con posesión, control y demanda. Desde mi perspectiva felina, amar es un acto de libertad, un regalo que se da sin condiciones.
Por ejemplo, cuando mi humana regresa después de una larga ausencia, no hago reproches ni exijo explicaciones. Simplemente me acerco para saludarla, me froto contra sus piernas y ronroneo. No lo hago porque espero algo a cambio, sino porque en ese instante quiero hacerlo. La extrañé —un poquito— y ahora disfruto su presencia. No hay reglas, solo instinto.
A veces, mi humana me ve mientras me alejo para explorar el jardín o dormir en mi canasto. Sabe que eso no significa que la quiera menos. Al contrario, es porque confiamos en nuestro vínculo que ambas podemos tomarnos nuestro tiempo y espacio sin miedo. Ella también lo hace muy seguido, y luego nos reencontramos con mayor gozo: yo, acurrucada en sus piernas; ella, viendo televisión.
Los gatos no amamos con apego, sino con libertad. Y debo decir que si los humanos adoptaran un poco de felinidad en la forma en que aman, tal vez apreciarían mucho más el lenguaje de las sutilezas como las muestras de cariño e intimidad que son:
Una suave caricia en la cabeza.
El cruce de miradas.
Respetar el tiempo y el espacio del otro para reencontrarse con gusto.
Disfrutar de la rutina al pasar un tiempo juntos acurrucándose, o disfrutando del calorcito del sol por la mañana.
El amor se expresa en los pequeños gestos y sí, también en algunos regalos —detalles significativos para la otra persona o michi— de vez en cuando, no necesariamente en fechas específicas. Yo, por ejemplo, nunca diré que no a un sobre de comida húmeda, a un nuevo juguete, ni mucho menos a una bolsa de catnip fresquecito.
¿Cuál sería el equivalente en el mundo humano? Eso depende de cada persona, sus gustos, preferencias y necesidades. El amor no siempre se ve como quieres que se vea. Cada quien demuestra y necesita formas de cariño distintas. ¿Tú has dicho cómo quieres que te demuestren cariño o has preguntado cómo prefieren que lo expreses?
En la forma en que amamos los michis, eso es cosa de todos los días. Siempre estamos dispuestos a pedir caricias y también a poner límites; no hay posesión, ni control, ni expectativas excesivas. No significa que no haya conflicto o enojo, eso es inevitable, pero lo que nunca sobra es presencia, conexión y un profundo respeto por la individualidad del otro.
Mi humana no me pertenece, ni yo a ella. Lo nuestro es un lazo del alma, una fuerza que trasciende el tiempo, y yo me siento profundamente dichosa de tener ese vínculo con alguien de otra especie. Será por eso que no intentamos cambiarnos ni controlarnos; nos aceptamos con nuestras rarezas, nuestras manías y nuestro carácter.
Como dije en un inicio, tengo mucho que decir acerca del amor que comparto con mi humana, pero no acabaría, así que cierro con lo siguiente… Hay algo que he aprendido gracias a ese lazo tan especial que compartimos y me gustaría que te quedaras con ello:
El amor es como el sol de la mañana: disfrútalo mientras dure, estírate y ronronea… porque sabes que la noche llegará. Pero hasta entonces, quédate en el momento y disfruta su calor.
Eso es todo por esta ocasión. Te mando muchas fibritas de amor 💖 y te recuerdo que las papitas 🍟 siempre son muy bien recibidas (así puedo imaginar que las estoy comiendo ya que mi humana no me da).
Hasta la prrrróxima.
∧,,,∧
( ̳• · • ̳)
/ づ♡
Miau 🐾
P.D. Si disfrutaste esto, compártelo con otros amantes de los gatos y con quienes aún no lo son.
Tengo mucho que aprender de ti, como diría tu compatriota 😉.
Soltar es la clave, me parece.
Extrañé tu ronroneo 🙁.